Comienza la navidad

lunes, noviembre 28, 2005

Y es que a pesar de ser 28 de Noviembre la navidad comenzo de manera oficial, para mi, anoche.
La historia comienza algunos días atrás, cuando sin más intensión que informar, mi cuñado llegó con el 'cuento' de que Coca Cola haría las típicas y muy americanas caravanas de navidad. Yo, que en todo mi divino ser no he conseguido dejar mi boca cerrada cuando debo, dije sin pensar "y por que no vamos!". La idea se regó como polvora y pronto 'los de siempre' comenzaron a llegar a la casa con el mismo 'cuento':La dichosa caravana.
El plan no sonaba del todo mal, inicio de vacaciones un domigo y cerca de la casa (porque he de decir además que 'los de siempre' son en su mayoría mis vecinos, gente a la que he visto pasar frente a mi ventana durante los últimos 4 años y a quienes tengo la fortuna de llamar mis amigos), así que con esa idea me levanté y me llené de ese animo que necesito para moverme un domingo en la noche. Hablando de todo un poco se nos fué el día, jugando voleybol y otros juegos que con toda seguridad masacramos por falta de conocimiento y para que negarlo...motricidad. Y así nos llegó la noche. Las 7:00 nos dieron todavía sentados encima de mi cama observando como mis peces (Bruce y Anónimo=por aquello de que desde que me lo regalaron no le he puesto nombre...pero los nombres de mis peces son otra historia) nos obligaban a pasar de un tema superficial al siguiente. Mi cuñado sentó su voz entonces y decidió que era hora de irnos. Tarde supimos que las vecinas habían decidido ir tambien y digo tarde porque creo que entonces hubieramos podido pensar las cosas un poco mejor y no hubieramos mandado a la mitad del grupo en el carro de 'las vecinas'.
Yo estaba en el grupo de los que se 'empacaron al vacio' en un taxi y luego dieron miles de instrucciones al conductor para no tener que aguantar el trancón que la dichosa caravana formó en el norte de la ciudad.
El caso es, que luego de muchas vueltas, por fín llegamos a la 94 con 15, sitio en el que con las piernas dormidad y unos cuantos morados por los apretujones nos bajamos para comenzar a caminar hacia la 76, una calle en medio de la nada en la que quedamos de encontrarnos con el resto. Lo primero que ocurrio fué que caminar 5 pasos se hizo dificil y ha de constar que necesitabamos caminar 18 cuadras...lo segundo que la carrera 15 se había convertido en un pequeño clon del estadio y las mazorcas con pincho de perro estaban a la orden del día, sin contar con el suave aroma que una multitud puede desatar en medio de la calle. Total, que cuando apenas ibamos en la 90 comenzamos a ver luces extrañas en la calle y tuvimos que ver pasar a la caravana de afán y sin mucha 'altura' para poder admirarla.
Que si valio la pena?. A esa pregunta he de responder que quizas...esperaba algo más (sean pacientes conmigo, una colombiana a la que las cavanas navideñas no le son comunes puede darse el gusto de dudar), sin embargo la aparición de Juan Navidad pago para mi la noche de penurias que todavía nos esperaba. Me sentí niña otra vez y soñé que me sentaba en las piernas de Juan Navidad para decirle lo mucho que alguna vez había imaginado bailar a su lado. Lo malo fué que el sueño nos duró solamente 5 minutos porque esa fué seguramente la caravana mas corta de la historia y lo mejor...no hubo Coca Cola!.
En fin, que luego de seguir esperando a que 'el resto' de la cavana pasara sin caer en cuenta de que eso era todo, seguimos andando hacia nuestro destino: la calle 76. No pasó mucho tiempo antes de que uno de los teléfonos que llevabamos con nosotros comenzara a sonar y nos diera la fatidica noticia de que los otros ya estaban en la casa, habían hecho un cómodo viaje de 5 minutos de vuelta en el carro de las vecinas y se reian de nosotros. Yo pensé que se cumpliría el dicho ese que reza "el que rié de ultimo rie mejor" pero no, mi suerte no da para tanto, esa noche había visto a Juan Navidad, ahora me tocaba aguantarme. Para no hacer el relato proporcional a la cantidad de kilometros que caminamos para volver a la casa, solamente diré que mis pies no vieron anoche el piso de un taxi, buseta o transporte diferente al de mis zapatos. Caminamos y caminamos detrás de una inmensa multitud hasta que la distancia para llegar a nuestro destino se hizo tan corta que ya era absurdo gastarnos la plata.
Hay que ver las consecuencias que le trae a uno tener el sindrome pre-navideño agudo!. Esta mañana no me quería levatar de la cama...sin embargo he de decir que me alegra que haya comenzado la navidad porque es esa época del año en la que se pueden vivir historias como esta.

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